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Los enemigos de esos pueblos
parecen saltamontes
que se lanzan sobre ellos
y les quitan sus riquezas.

»Dios nuestro,
tú eres el Dios soberano
que vive en el cielo.
Has hecho que en Jerusalén
haya honestidad y justicia;
nos haces vivir seguros;
tu sabiduría y tus conocimientos
nos han dado la salvación;
¡el obedecerte es nuestro tesoro!

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